La necedad de los lápices
La necedad de los lápices La relación con la profesora Lucía siempre fue muy tensa. Es más, durante el primer día no hizo más que comportarse de forma misteriosa. Por momentos soltaba una sonrisa demasiado contagiosa, cubierta de una timidez seductora, y durante el resto del tiempo permanecía hermética, una mujer muy calculadora ante cualquier intento de acercamiento. A ella le quedó asignada la función para que yo aprendiera a ser un excelente profesor de literatura de aquel instituto, pero como no demostré ninguna aptitud hacia la materia, decidió dejarme en el área de informáticas. Y claro, aunque le insistí mediante algunas súplicas, la coordinadora consiguió acomodarme los horarios. Nos encontrábamos en el aula más pequeña de aquel claustro, muy cercano al patio de los caracoles, desde donde se observaba la llegada de algún intruso que pudiera estropear nuestro momento. Comenzó expresando mucha prevención hacia la entrada, mientras conseguía arra